lunes, 14 de enero de 2013

Sed de sangre













Despertó súbitamente con el pulso acelerado y una angustia de origen incierto agarrotada en el pecho. A medida que sus instintos despertaban del largo letargo del sueño, percibió el sabor amargo que sutilmente se insinuaba en su paladar; sus pies, entumecidos, sugerían una intensa actividad reciente; sus antebrazos, cubiertos de finos cortes que aún supuraban sangre, le desvelaban nuevas e inquietantes incógnitas. Ladeo levemente la cabeza a un lado y otro de la estancia para percatarse de que nunca antes había estado allí. El cortinaje, descorrido a lo largo del decimonónico ventanal, mostraba una luna radiante y esbelta.

‘’ ¿Quién soy? ¿Qué he hecho?’’